Seguro que muchísimos niños de Catalunya ya han hecho cagar el Tió estas Navidades, pero esto no fue siempre así… Hace muchos años, esta celebración era bien distinta, consistía en un ritual para traer abundancia y prosperidad a las casas en invierno. El tronco al que hoy llamamos Tió era, antiguamente, un tronco robusto que las familias quemaban en sus hogares desde Navidades hasta Reyes. Con su fuego cocinaban dulces que luego comían celebrando las Fiestas Navideñas, de ahí que hoy en día siga cagando dulces en muchos hogares. Al terminar las Fiestas, se guardaban los restos a modo de amuleto protector en un rincón de la casa o bien se esparcían las cenizas por los campos para que la cosecha fuera más abundante.
Para aumentar la efectividad de la magia del Tió, muchas familias, días antes de Navidad, le hacían ofrendas de alimentos y vino, tradición que sigue bien viva hoy. Ya saben bien los más pequeños que cuanto más come el Tió, más caga ;)
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